martes, 3 de mayo de 2011
Constitución de Chile, ese pequeño Estado militar y representativo
Es sabido. Teórica y prácticamente cada Estado comienza, se explica y fundamenta con su Constitución/Contrato. Ese documento orgánico en el cual las partes de este pacto social articulan cada uno de sus segmentos. Plasmando en estos sus ideas de sociedad, determinando así su futuro.
Al último contrato concurrió la "clase" dominante de estas tierras para imponerse sobre aquellos a los cuales ha visto, ve y verá como enemigos. (siguiendo la tradición de la típica imposición histórica envuelta en estas macro estructuras jurídicas, los Estados). Dentro de su concepto de "enemigo", claro está, caben (mos) varios; mapuches, flaites, cumas, indios, negros, delincuentes, marginales, insurrectos, terroristas, trabajadores... Una amplia mixtura de lo que para estas personas (los redactores, las partes) siempre ha sido lumpen. Pueblo, rotos y delincuentes constituyen una productiva y explotable (explotada) masa de población lista para ser controlada por la normativa contenida en el Contrato/Constitución.
Sabido es también el rol principal que en su redacción cumplió uno que ya no está entre nosotros (según cuentan, varios balazos le llegaron al tipo este). El muerto, anticipando que luego de su régimen padre podría venir una "crisis del sistema político", creó uno de elección de "parlamentarios"que no requiere de representación para representar.
Lleva décadas de funcionamiento. Intacto y republicano incluye a electores que siguen pensando que los beneficiarios de este sistema son representantes (harto hábil el creador, e idiotas sus usuarios). Sin embargo, claro, bajo el slogan Democracia y su discurso izquierdista de conquista todo vuelve a legitimarse. Ya no más dictadura y muertes. Ahora tenemos y somos Democracia. En la Democracia participo tanto que se me olvidó cómo llegamos a ella.
Aquí aparece el siguiente rol principal. Luego, con las muertes subterráneas y configuradas en excesos y no en persecuciones políticas, la Democracia nuevamente requiere de una dosis de olvido. Es peligroso que se recuerde su imposición violenta. Es preciso que lleve la firma de un representante, ya no la del dictador. Ahí llega Ricardo Lagos; a la Constitución/Contrato de Guzmán hecha para el otro muerto -el que se salvó de los balazos-. Ahí cumple similar rol al del baleado anterior.
El primero asegura la estabilidad del sistema mediante una estructuración aparentemente representativa. Así se logra la idea de que ahora la gente participará. Y participando... olvidará. El segundo, borrando el nombre del milico e incluyendo el suyo contribuye a ese olvido; ahora este sistema ya no es el del dictador, es la Democracia legítima gobernada y constituida por un presidente socialista. Por un representante. Estando representados, por lo tanto, participaremos en este Estado. Participando de él olvidarán su origen violento.
Si Guzmán comenzó a crear el olvido, Lagos lo consagró. Autor y cómplice. Derecha e izquierda. Patrón y capataz. Respectivamente. Por decirles algo.
En la foto: Representante.
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