viernes, 20 de mayo de 2011



En las protestas pasadas varios, frente a los pacos, de espaldas al zorrillo gritaban "no somos maleantes, somos estudiantes, no somos, maleantes, somos estudiantes". Varios también pedían (muchos de ellos entre la rabia y el llanto) "no más violencia, no más violencia". Los mismos, frente a Hydroaysén claman por el respeto a la tierra, llorando porque no tendrán más parques para ir a relajarse. Los mismos se enfrentan a carabineros con una bandera de Chile en la espalda. Son aquellos que van en la línea de las salidas alternativas, de las propuestas. Son quienes incluyen las mesas de diálogos en las cuales exponen (y venden) sus propuestas.


Estas personas no están dispuestas a asumir que, naturalmente, para el Estado y el Capital que administra las manifestaciones constituyen un mal. Desorden público y pacos que alimentar (gordos los cerdos de la República). Alcaldes histéricos pidiendo seguridad ciudadana en comunas que solo visitan para cobrar el sueldo. Olvidan que el "derecho a reunión sin permiso previo" está regulado, por orden constitucional (y por lo tanto, por disposición política de Chile) a "las normas generales de policía". Estas personas no están dispuestas a ser tratadas como maleantes. No representan un mal para esta sociedad, "estudian".


Los que lloran por la violencia son los mismos que frente a un paco piden explicaciones. Son los mismos que frente al "futuro"idealizan organizaciones políticas. Son aquellos que mediante la ecuación voto-candidato entienden que sus "propuestas" las "representa" un tipo de corbata mientras discute, en algún caro local porteño, con algún buen vino, con otro tipo de corbata que "representa" también las de otro "elector" (o "ciudadano"). Así configuran su "juego democrático". Así imponen mediante la construcción de una legitmidad jurídica su Estado.


Lo de Hydroaysén no merece mayor reparo. Es simplemente imbécil creer que la respuesta a explotaciones de este carácter e impacto se da en pro del plantea. El que siga pensando eso, que se compre una cabaña en el valle del Elqui. Hasta que le dure.


Si tus ojos no pueden más. Si el camino que sigue la gente está trazado por Municipalidades, Intendencias, Gobernaciones y Ministerios y infestado de pacos es porque Chile está ahí. Porque Chile quiere que así sea. ¿A quien te enfrentas? Al Estado ¿Qué representa esa bandera en tu espalda? Sumisión. Patético.


Propuesta significa primero "Proposición o idea que se manifiesta y ofrece a alguien para un fin"; Segundo "Consulta de una o más personas hecha al superior para un empleo o beneficio"; y Tercero "Consulta de un asunto o negocio a la persona, junta o cuerpo que lo ha de resolver. 


Por lo tanto ¿quién quiere ofrecerle al Estado y a los explotadores algo? ¿quien, ante sus planteamientos y acciones, reconoce a un superior al cual consultarle de tales planteamientos y acciones? ¿quien negocia sus ideas?


Ofrecen los estudiantes (no los maleantes). Tratan con su superior los que lo reconocen como  tal. Niegan la violencia los que están dispuestos a ponerle la cara a los pacos. Reclaman contra Hydroaysén por la pachamama los que no fijan primero su crítica en el aspecto económico-social de este otro proyecto. Pelean contra el Estado y sus perros con una bandera de Chile en la espalda los idiotas sumisos que siguen soñando con ese Estado y Nación Chilena que en el colegio un profesor excitado con Arturo Prat les relata. Siguen en mesas de diálogo pacíficas negociando propuestas los que ante el Estado y el Capital que administra siguen proponiendo, negociando y consultado a sus superiores. 


Siguen y siguen asumiendo estas categorías imbéciles. Siguen construyendo "proyectos país". Siguen con alternativas.
No entienden y/o no quieren aceptar que basta con la reacción. Sirve la respuesta. La metafísica en política hace siglos que no sirve. Ellos y sus propuestas, por lo tanto, son sustentables, son útiles, son benignas, son patriotas. Son alternativas, son bellas, son arte... no sirven.



miércoles, 18 de mayo de 2011

Iurisdermis



Se puede negar su legitimad invocando razones prácticas (materiales; económicas, antropológicas). También podemos reconocerlo como enemigo invocando que su política es la continuación de la guerra (de clases, de razas...) por otros medios. Pero, en consecuencia, no podemos negar que todos y cada uno de nosotros se relaciona de algún modo (consideremos modo de relación a aquellos más exigentes, dejando así de lado a aquellos que se definen por sumisión, obediencia o por asumir sus relatos de legitimidad) con el Estado. Actualizando el tema se puede agregar también el concepto de Capital. 

Así no se deja de lado la noción hobbiana de este Leviatán (represivo hasta metafísicamente), incluyendo a su rol actual como administrador de una práctica económica global de explotación y acumulación regional de capital.

En fin, constatado lo anterior, algunas consideraciones generales sobre cómo hoy, en la relación mencionada, se aplica a cada uno de sus partícipes (persona, Estado), determinada forma de "sensibilidad".

Sobre la persona se ha llegado a una noción naturalista y metafísica (idílica, ridícula) que permite a toda una comunidad de expertos en el Estado y creyentes de la fe democrática hablar del ser humano como sujeto dotado de derechos "fundamentales" que ningún estado puede desconocer. Así, la principal función y justificación de los Estados actuales consiste en que estos permiten (o deben permitir) y garantizar el legítimo ejercicio de tales derechos. Libertad, vida digna, integridad corporal y síquica, libertad de conciencia, honra, asociación, libertad de expresión son algunas de las atribuciones naturales humanas que cada Estado debe reconocer. Sometiendo al efectivo goce de estas su existencia. Siendo así este "legítimo ejercicio de derechos humanos" su principal función, fin y justificación.

A pesar de tan armónicas y bellas construcciones conceptuales, los mismos fieles de este credo republicano mantienen intacta una ineludible consideración; si bien los ejemplos mencionados configuran en las repúblicas occidentales elementos más o menos generales que estas sociedades reconocen como "propios" o "inherentes" a cada uno de sus habitantes, no mencionan (los feligrences del Estado) motivo alguno por el cual creer que alguno de estos elementos, como por ejemplo la libertad, son "comerciables" en un evento constitutivo de sociedad o Estado. No mencionan caso alguno en el cual efectivamente alguien haya intercambiado con "autoridades legítimas", por ejemplo, una cuota de participación social por algún competente y sabio representante. Tampoco nos dicen estos chamanes del futuro político de "las naciones" cómo es efectivo que determinado grupo humano transa su natural defensa por la creación de un Estado que, en su interior (en masa, como el chileno), crea determinados organismos para este noble y valiente fin (la protección de los habitantes). Finalmente, nunca se han referido a aquél momento en el cual un grupo de personas constata que al compartir determinados valores, prácticas y conductas, es legítimo, necesario y útil a su vida como grupo social castigar con encierro a aquellos que, en conocimiento de estos valores, prácticas y conductas, realizan actos contrarios a ellos.

Del estado actual retratado ¿qué resulta de la ponderación respectiva? ¿qué se observa en esta intersección entre el ejercicio de derechos fundamentales frente a la incuestionada existencia de los Estados que lo condicionan? 

Se observa una cuestión hasta "dérmica".

Por ejemplo, en Chile, el legítimo ejercicio del "fundamentalísimo" derecho a la libertad personal queda condicionado al arbitrio de un paco. En los términos del código procesal penal, según su artículo 85, estos quiltros de la institucionalidad represiva pueden condicionar la libertad personal de una persona por sospechar (compleja tarea para semejantes criaturas) que esta ha cometido o cometerá un crimen o un delito. 

Por otro lado, el artículo 19 de la Constitución Política de este Estado de pacos, en su numeral 13 entrega la regulación de la reunión pacífica sin permiso previo a "las disposiciones generales de policía". (Si esto pasa con las reuniones pacíficas es hasta lógica la respuesta legal que se verifica para otras; terrorismo).

Ahí está lo dérmico. Ocurre que la piel de este Estado, el tejido de la paz y seguridad públicas que impone a través de las normas citadas no tolera en caso alguno la mínima actividad que implique goce de derechos tales como la libertad y la reunión social (pacífica o no).

La idea está clara. Es fácil hacer que ese tejido arda. Otra cosa sería un daño orgánico complejo. Amén.

sábado, 14 de mayo de 2011

Yugo


Dejando de lado las "explicaciones" e históricamente desesperadas arqueologías para recordar una metodología de búsqueda menos teológica recordemos, etimológicamente, al Derecho. El clásico Ius romano (el de los Pretores; dare, negare, et creare). Ese saco de principios normativos del mediterráneo. Ese desde el cual "ius", además, se vincula a "yugum". El yugo. Eso que amarra y, en consecuencia, fuerza a unir la cabeza de aquellos bueyes utilizados para el ganado. Utilizados con este yugum para que caminen derecho, para que caminen como se quiere que lo hagan. Por ahí va el sentido "jurídico." Por donde pasó el ius.


En ese sentido, podríamos también hacer algunas aplicaciones con el actual uso y despliegue del término en estos días. Luego de que ese sentido recién retratado pase, desde allá arriba, desde el mediterrneo, hasta aquí, Cerca del mapocho. A relativa distancia del "Pacífico".

Creo que basta con el Derecho Penal. Porque claro, siendo ridículo, resulta gráfico. Evidente..

Utilizando una noción ya meramente esquemática, vemos que en la "teoría del delito" (aquella amplia investigación abstracta de lo que algunos quieren que otros no hagan), lo jurídico aparece -gráfico, evidente-, en negativo. Así se ve en la "antijuridicidad" como juicio de reproche del hecho posterior a la tipicidad de una conducta humana evitable, y, además, como elemento del juicio penal sobre la persona en particular que realiza o participa del hecho enjuicidao anteriormente, es decir, sobre la culpabilidad. Y ahora, dentro de ella, elementalmente bajo la forma de "conciencia de la antijuridicad".

La antijuridicidad se refiere a la comprobación de que una conducta humana evitable en particular es contraria a Derecho en el sentido de no estar "autorizada por el ordenamiento jurídico". Entendiendo, necesariamente, como conducta evitable solo a aquella realizada voluntariamente. Es decir, con pleno y cabal conocimiento e intención de realizar aquello que ahora se juzga con criterios penales. Todo lo anterior implica, por lo tanto, que una conducta humana antijurídica es aquella realizada con conciencia e intención de realizarla en términos de que esta conciencia e intención recaen sobre un hecho de manera tan contradictoria con el orden jurídico que esta, ya realizada, reniega del yugo que este le impone. Desviándose del camino trazado por la norma jurídica. Y así, finalmente, enfrentándose a su orden o imperio. Sea que se trate de una abstención o de la realización de determinada acción (recordando además que, pudiendo ser posible, vulnere sus tan preciados "bienes jurídicos").

Ahora, en el juicio de reproche penal personal, la culpabilidad, lo jurídico, nuevamente en negativo, aparece bajo la forma de "conciencia de la antijuridicidad". Concepto que remite al hecho de haber realizado la persona la conducta enjuiciada (aquella ya típica y antijurídica) con conocimiento de que esta se encontraba prohibida. Tal como quienes enjuician lo han entendido (en los tribunales orales y en los de garantía), esta conciencia basta a modo genérico. Es decir, se hecha mano al difuso "general". De este modo, se dice, no se exige una noción normativa cabal y además específica. Sino "basta" que la persona sepa, por ejemplo, que "está prohibido matar" (lamento la posible analogía cristiana). Por lo tanto, es culpable el que realiza una conducta típica, antijurídica cuando entiende que aquella conducta está prohibida por el ordenamiento jurídico (mezclándose aquí, mucho más, con la noción que la persona enjuiciada tiene, generalmente, de "lo legítimo", en cuanto a sinónimo sociomoralmente impuesto de "lo jurídico"). 

El culpable entiende que lo que hizo. Lo quiso hacer. Lo hizo estando prohibido y en conocimiento de que estaba prohibido. Es decir, son culpables los que, en determinados casos, frente a determinados yugos, no someten su voluntad y actuar a su imperio. Son quienes, en determinados momentos, frente a determinadas ordenes, las transgreden queriendo hacerlo. Los que las enfrentan. Y claro, es sabido, los yugos, "legítimos o no", se deben a su fuerza... 
¿por lo tanto, cómo enfrentarlos?
Obvio, deben enfrentarse con un acto libre, voluntario y necesariamente reactivo; si el yugo se impone con fuerza... con fuerza se le combate.

martes, 3 de mayo de 2011

Constitución de Chile, ese pequeño Estado militar y representativo



Es sabido. Teórica y prácticamente cada Estado comienza, se explica y fundamenta con su Constitución/Contrato. Ese documento orgánico en el cual las partes de este pacto social articulan cada uno de sus segmentos. Plasmando en estos sus ideas de sociedad, determinando así su futuro.

Al último contrato concurrió la "clase" dominante de estas tierras para imponerse sobre aquellos a los cuales ha visto, ve y verá como enemigos. (siguiendo la tradición de la típica imposición histórica envuelta en estas macro estructuras jurídicas, los Estados). Dentro de su concepto de "enemigo", claro está, caben (mos) varios; mapuches, flaites, cumas, indios, negros, delincuentes, marginales, insurrectos, terroristas, trabajadores... Una amplia mixtura de lo que para estas personas (los redactores, las partes) siempre ha sido lumpen. Pueblo, rotos y delincuentes constituyen una productiva y explotable (explotada) masa de población lista para ser controlada por la normativa contenida en el Contrato/Constitución.

Sabido es también el rol principal que en su redacción cumplió uno que ya no está entre nosotros (según cuentan, varios balazos le llegaron al tipo este). El muerto, anticipando que luego de su régimen padre podría venir una "crisis del sistema político",  creó uno de elección de "parlamentarios"que no requiere de representación para representar.

Lleva décadas de funcionamiento. Intacto y republicano incluye a electores que siguen pensando que los beneficiarios de este sistema son representantes (harto hábil el creador, e idiotas sus usuarios). Sin embargo, claro, bajo el slogan Democracia y su discurso izquierdista de conquista todo vuelve a legitimarse. Ya no más dictadura y muertes. Ahora tenemos y somos Democracia. En la Democracia participo tanto que se me olvidó cómo llegamos a ella.

Aquí aparece el siguiente rol principal. Luego, con las muertes subterráneas y configuradas en excesos y no en persecuciones políticas, la Democracia nuevamente requiere de una dosis de olvido. Es peligroso que se recuerde su imposición violenta. Es preciso que lleve la firma de un representante, ya no la del dictador. Ahí llega Ricardo Lagos; a la Constitución/Contrato de Guzmán hecha para el otro muerto -el que se salvó de los balazos-. Ahí cumple similar rol al del baleado anterior.

El primero asegura la estabilidad del sistema mediante una estructuración aparentemente representativa. Así se logra la idea de que ahora la gente participará. Y participando... olvidará. El segundo, borrando el nombre del milico e incluyendo el suyo contribuye a ese olvido; ahora este sistema ya no es el del dictador, es la Democracia legítima gobernada y constituida por un presidente socialista. Por un representante. Estando representados, por lo tanto, participaremos en este Estado. Participando de él olvidarán su origen violento.

Si Guzmán comenzó a crear el olvido, Lagos lo consagró. Autor y cómplice. Derecha e izquierda. Patrón y capataz. Respectivamente. Por decirles algo.

En la foto: Representante.