Las normas de esta sociedad republicana, oligárquica, milica y ahora ya del todo capitalista contienen moral. La moral es inyectada en cada individuo obediente. Las normas regulan hechos, personas, situaciones o pensamientos. El sujeto que no se involucra con los hechos, personas, situaciones o pensamientos entrega su calidad de persona al orden normativo, para que este maneje su comportamiento.
Por ejemplo; Rodrigo mata a Natalia ¿qué observa Rodrigo sin obediencia normativa? Observa que ha matado a alguien ¿qué observa, en cambio, en cuanto a sujeto obediente? Observa que es un homicida, un delincuente; alguien a quien el sistema buscará para enjuiciar su conducta y, en consecuencia, aplicar la prescripción normativa para ese caso; encierro.
De la primera observación cabe destacar que Rodrigo constata el hecho. De la segunda, más allá, constata el hecho en cuanto a su vinculación con la normativa que lo regula.
De la primera observación cabe destacar que Rodrigo constata el hecho. De la segunda, más allá, constata el hecho en cuanto a su vinculación con la normativa que lo regula.
¿Qué se busca regulando así, con el histórico Derecho Penal, la situación en que un ser humano mata a otro? ¿Hasta cuando la obediencia será capaz de engendrar tanta estupidez al punto de convencer a muchos de que esta situación, la muerte como homicidio, busca proteger la vida? Porque, evidentemente, dicha propuesta es imposible... no existe tal protección. La piedra que machaca mi cabeza destruye, además, la noción jurídica de "integridad física". El pene que ingresa a la vagina (ano o boca, siguiendo la nomenclatura jurídica) anula a toda vista la "autodeterminación sexual" ¿Alguien ve la protección jurídica? ¿alguien entiende a los derechos aquí vulnerados como un mecanismo de efectiva convivencia social en la cual aquello que nos preocupa está efectivamente resguardado?
Los ejemplos no solo son nítidos en esferas "privadas" como las mencionadas. ¿Con un presidente de la República (Gobernante y administrador del Estado, según la Constitución) alojando en un palacio presidencial lleno de jardines, su elector, en su miserable vivienda de comuna pobre, participa de "la cosa pública"?
¿Dónde quedó la moral? Quedó dentro del obediente. Queda dentro de la persona que opina que matar es malo porque es un homicidio sin siquiera entender primero que un homicidio es un homicidio porque significa matar. Queda dentro de quien piensa que una relación sexual contra la voluntad de uno de los partícipes es "mala" porque es violar, sin advertir que violar es violar porque no hay consentimiento en el acto sexual. Queda, finalmente, dentro de quien opina que el presidente debe estar cómodo en el palacio porque es el presidente sin advertir de que porque es el presidente está cómodo en el palacio.
El reproche moral a la muerte de un ser humano es algo relativo. Muchos de los que han llorado a sus muertos están dispuestos a matar a sus asesinos. Muchos de los que han enjuiciado a violadores han violado a los mismos asumiendo dicha conducta como la más enérgica venganza. Muchos de los que han justificado la comodidad de los palacios presidenciales en atención "al cargo" han envidiado (con razón), desde la humedad de su hogar, a sus compatriotas del sector oriente, albergados en palacios.
¿Por qué prohibirnos matar a alguien invocando solo la norma que contiene dicha prohibición? Mejor olvidarse del homicidio y recordar de que por la vida de muy pocos la de muchos se destruye. ¿Por qué seguir asumiendo el morboso lujo del que goza un administrador público mientras sus electores viven en hogares miserables?
Finalmente, será deber de cada uno entender que lo sexual es solo un aspecto de la autodeterminación. Autodeterminación que, más que protección, requiere de ejercicio. El sistema ya nos viola. Nos nos pregunta y de todas manera funciona... nos penetra a través de sus normas.
Y dominará a través de su despliegue... mientras se siga obedeciendo.